domingo, 20 de marzo de 2011

La cultura del fondo blanco.

AdiccionesLa cultura del fondo blanco

Varios relevamientos respaldan que los jóvenes abusan del alcohol desde los 13 años, que se instaló la costumbre del preboliche y que aumentó el consumo de bebidas blancas

"Todos sabemos lo que es estar abrazados al inodoro vomitando por alcohol", responde con una cerveza en la mano Mariano, de 17 años, luego de las risas iniciales ante la pregunta de si alguna vez abusaron de la bebida. Otro adolescente que revuelve el vaso de Fernet con el dedo redobla la apuesta con una mueca orgullosa: "Yo en una noche vomité tres veces y nunca dejé de tomar". De nuevo los jóvenes explotan de la risa.
A partir de esa confesión el resto del grupo de adolescentes de 16 y 17 años empieza a contar las peores locuras que cometió en estado de ebriedad. Reunidos en una casa de Barrio Norte para hacer la denominada previa o preboliche, se encuentran alrededor de una mesa tomando y mezclando diferentes tipos de alcohol. Para tomar más rápido realizan juegos de cartas y otros de memoria y astucia, que se van complejizando aún más al aumentar la cantidad de tragos ingeridos. El que pierde el juego, como prenda o castigo debe ingerir de un solo trago (fondo blanco) un vaso de bebida blanca.
En los últimos diez años, el alcohol se ha convertido en el centro de estas reuniones en las que divertirse es sinónimo de emborracharse. Con el tiempo se instaló como una práctica en la rutina de los fines de semana de los jóvenes de todos los estratos sociales.
Uno de los datos que más preocupa a padres y especialistas es que la edad de inicio de consumo de alcohol bajó hasta llegar a los 13 años, según datos de la Secretaría de Programación para la Prevención y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar). Ya no sólo los jóvenes participan de las previas, sino que también los adolescentes que recién empezaron la secundaria se suman a estos espacios. Una encuesta realizada por la Fundación Proyecto Padres a alumnos de Capital Federal señala que el 31% empieza a hacer preboliches de los 12 a los 14 años, y el 65% de los 14 a los 17.
Son numerosos los relevamientos que intentan ponerle cara al fantasma del abuso del alcohol y ahondar en sus causas. Todos llegan a la misma conclusión: los chicos tienen cada vez más acceso a la bebida, a más temprana edad. Según una encuesta de la Fundación Plácido Marín en colegios secundarios de la zona norte del conurbano bonaerense, sólo un 2% había probado la cerveza entre los 10 y 12 años en 2002, mientras que en 2008, ese número había ascendido a un 14%. Por su parte, la Asociación Alcohólicos Anónimos que tiene más de 900 grupos de ayuda en todo el país alerta sobre la baja de edad en el inicio del consumo de alcohol.
El problema no es sólo que los chicos toman siendo púberes -con lo cual el impacto que tiene el alcohol en su cerebro es mucho mayor-, sino también la cantidad que ingieren. Un estudio de la Sedronar señala que en 2001, el 19% de los jóvenes de 14 o menos había abusado del alcohol tomando cinco tragos o más; en 2005, un 45%, y en 2009, un 52%. Este aumento sostenido de abuso de alcohol se registra en todas las franjas etarias en los últimos nueve años.
El alcohol que toman los jóvenes de Barrio Norte en el preboliche lo compraron hace unos instantes por delivery telefónico. A pesar de que ninguno de los siete adolescentes reunidos tiene más de 18, les entregan las bebidas sin pedirles el documento de identidad. Antes realizaron una recolección del dinero -una vaca, como lo denominan ellos-. Compran un Fernet, un Frizze y 3 cervezas. Otro de los chicos trajo un vodka desde su casa. "Esta vez pedimos poco", indica uno de los adolescentes. Al comprar, calculan 2 o 3 botellas de cerveza por persona, pero admiten que piden hasta donde les alcanza la plata.
"Empezamos a tomar desde los 13 años, pero de a poquito y en la calle. A los 15 recién tomamos más fuerte", dice Sofía, la única mujer del grupo. "Quizás algunos padres saben que nos juntamos a tomar, pero no saben que tomamos vodka, Fernet y otras bebidas tan fuertes. Lo que hacemos es asegurarnos de esconder esas botellas cuando nos vamos", dice Mario, que tiene pelo largo y fue el que trajo escondida la botella de vodka.
Estas reuniones se realizan en las casas, pero generalmente donde los padres no están presentes. Los especialistas coinciden en que esta práctica surgió por razones económicas pues es más barato comprar bebidas alcohólicas en un supermercado o quiosco para tomar puertas adentro que en un bar. Otra de las razones sería el horario tardío de entrada en los boliches, por lo que la previa cumple el rol de aguantar tomando hasta que sea la hora de salir.
Sorprende escuchar a adolescentes contar con qué facilidad consiguen el alcohol en quioscos, supermercados o a través del delivery telefónico, a pesar de que la ley 24788 prohíbe la venta de todo tipo de bebidas alcohólicas a menores de 18.
"Tomamos cerveza y también Fernet -dice Liliana, que tiene 15 años y es de Olivos, mientras hace la fila para entrar a un recital-. Todavía no salimos a bailar, pero nos juntamos a veces en las casas a tomar algo. Solemos pedir el alcohol por teléfono si es que no llegamos a comprarlo antes de las 12 en el supermercado. Nunca tuve ningún problema para comprar alcohol."
Mariana cuenta sobre otra estrategia para conseguir bebidas. "En Quilmes ya sabemos movilizarnos y vamos a los bares donde sabemos no nos hacen problema con los documentos. Algunos llegan reborrachos de las previas y no los dejan entrar y quedan ahí tirados en la entrada."
Este panorama está en sintonía con datos de la División Toxicológica del hospital Fernández, que evidencian en 2010 un aumento del 50% entre los menores de 20 años en las consultas por intoxicación aguda de alcohol, en comparación con 2010.
El doctor Carlos Damin, jefe de la división del hospital, dice que hace 10 años, los menores de 18 que ingresaban por intoxicación eran sólo casos excepcionales. "Lo que estamos evidenciando es que cada vez hay niveles de alcohol más alta en chicos cada vez más chicos."
Tolerancia socialPara los especialistas hay una falta de visibilidad del problema a causa de la tolerancia social y la baja percepción del riesgo. "No se lo ve como algo cuestionable al tema del alcohol", dice Susana Calero, del Centro de Asistencia, Capacitación e Investigación de las Socioadicciones (Cacis). Y agrega que los padres siguen tolerando esta práctica ya que en muchos casos desconocen qué hacen sus hijos durante la noche y cuánto es realmente la cantidad de alcohol que toman.
Adrián Dall´Asta, director ejecutivo de la Fundación Proyecto Padres, piensa que los jóvenes toman por una razón: "Para conseguir un efecto químico, una transformación, al igual que la droga. El problema en sí no es el aclohol sino esa necesidad de que la realidad cambie para mí y se convierta en divertida".
Justamente esta cualidad es la que Sofía resalta mientras habla con uno de sus amigos del preboliche de Barrio Norte: "Cuando tomás te ponés tan divertido", dice. Mariano agrega que aunque ése no sea su caso, "muchos amigos no se encaran una mina si no se emborrachan. Lo que sí es verdad que cuando tomás, hablás temas con tus amigos que de otra forma no lo harías, como por ejemplo la historia de vida de cada uno".
Juan Pablo Berra, del Equipo Promotor de Prevención de Adicciones para Padres (EPPA Padres), dice que "hoy si no hay alcohol los chicos no se divierten. De hecho, si se enteran de que en la fiesta o en el cumpleaños no hay alcohol, no van".Calero concuerda y advierte que el alcohol es un problema cuando se convierte en una necesidad para divertirse. "Preocupa enterarse que son los propios padres los que compran el alcohol para acompañar pizzas o empanadas del cumpleaños de su hijo adolescente", añade Calero.
Según un estudio de Proyecto Padres, las bebidas que más consumen los jóvenes son la cerveza por un tema de costo económico y moda, y luego el Fernet. Dall'Asta agrega que hay un cambio cultural que llevó a que "menores de edad empezaran nuevamente a tomar bebidas blancas".
Este dato se encuentra respaldado por el estudio de la Fundación Plácido Marín, que indica que el consumo de bebidas blancas a temprana edad, de 14 a 16 años, aumentó en un 31% de 2002 a 2008.
Dall'Asta indica con preocupación que tanto la publicidad como el imaginario colectivo posiciona el alcohol como elemento indispensable para divertirse. "Tendría que haber un mayor control en la publicidad de bebidas alcohólicas. En este momento una marca de cerveza tiene un spot televisivo en que empieza la fiesta una vez que llegan modelos con heladeras llenas de cerveza."
Subestimar su efectoSin embargo, el hábito de emborracharse no es una costumbre tan inofensiva como parece, y menos aún en adolescentes que no son lo suficientemente maduros. Carlos Damin explica que a pesar de no haber muchas muertes por la intoxicación del alcohol en sí hay otros riesgos de muertes relacionadas con el estado de ebriedad.
Según la Asociación Civil Luchemos por la Vida sobre datos de la morgue judicial, el 50% de los muertos por accidente de tránsito tiene índices de alcoholemia por encima de lo permitido.
Especialistas coinciden que tomar en exceso puede ser perjudicial para la salud. Además el alcoholismo incentiva conductas agresivas y las peleas entre los jóvenes. Según un estudio del Sedronar, esta sustancia se encuentra fuertemente asociada con el consumo de otras drogas ilícitas, tanto marihuana como cocaína.
Además, al estar alcoholizados, el riesgo del embarazo adolescente aumenta notablemente. Calero advierte que "entre consumidores de alcohol y droga hay un alto porcentaje que tienen hijos porque hay un menor cuidado frente al embarazo".
Hugo Míguez, psicólogo experto en adicciones, cree que la cultura en la que vivimos del está todo bien está basada en la necesidad de los adolescentes de consumir alcohol como forma de anestesia. "La propuesta de divertirse se promociona a veces sobre la base de disminuir por vía de la alcoholización la conciencia de la persona. Esta facilitación toma las características de una prótesis social que se instala finalmente como requerimiento inevitable de cualquier encuentro."
Según Calero, cuando los padres se dan cuenta del problema ya es demasiado tarde y algunas consecuencias para sus hijos pueden ser irreversibles. Los jóvenes del preboliche continúan tomando mientras que avanzan las horas. Como decidieron que no irán a bailar siguen descorchando botellas sin darse cuenta de que, otra vez, la noche y el alcohol les ganaron la pulseada.

Por Teodelina Basavilbaso
De la Fundación LA NACION

CÓMO COLABORAR

Consentidos: http://www.consentidos.org.ar/
Proyecto Padres: http://www.proyectopadres.org/
EPPA Padres: http://www.eppapadres.com.ar/
Cacis: http://www.cacis.com.ar/
Plácido Marín: http://www.fundacion.marin.edu.ar/
Alcohólicos Anónimos: http://www.aa.org.ar/
Luchemos por la Vida: http://www.luchemos.org.ar/

Artículo obtenido de la versión web del Diario La Nación correspondiente al día sábado 05 de marzo de 2011

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